miércoles, 18 de mayo de 2016

Silengua

El nombre de la lengua cuando llama al silencio. Cuando la lengua oye su silencio. La necesidad de una silengua viene del hecho de que el silencio no sólo se debe indicar, sino pro-crear. Procrear la inclinación al silencio es una actividad mística. Generar la armonía entre el decir y el callar es una labor poética. La inclinación religiosa al silencio es melancólica --el retorno a la lengua materna--, la inclinación poética es revelatoria: des-religiosa, ya que disipa (momentáneamente) las ligaduras. En ambos casos es un éxtasis. Una detención.

lunes, 18 de abril de 2016

Golden rush/ fiebre del oro

Para otros hay alternativa. Él escribe. Se busca. Se busca cuando escribe. La escritura es la búsqueda y es el hallazgo. Se pierde en la búsqueda. Lo que escribe es el río y las pepitas de oro. No le basta los buenos versos, los temas novedosos o profundos, quiere nuevas prosodias. Las que lo re-conecten con lo más antiguo. Abandona las pepitas y se queda con el río. Se pregunrta por la vida y por el libro. Quiere nuevas formas de vida. Se pregunta constantemente por una nueva manera de hacer un libro, por una nueva forma de escribir. Sobre todo él, tan enviciado de sí mismo. Por todas partes sin embargo ve que hay esa búsqueda. El tropel. Como en los tiempos de la fiebre del oro. Hay una fiebre del oro ahora mismo. Una pandemia. Participar de ella es un delirio primordial e indispensable, como también remontarse, en un río, para buscar lo primordial, el nacimiento. Él que escribe fluctua, pendula entre ambos extremos. Quiere seguir el curso y remontarse. Lo rústico y arcaico  y el salto, el de siempre, hacia lo que no (se) ha hecho. Cree que debería intentar una síntesis entre sus extremos, pero una descomposición no estética, no esteticista. Es su duda perpetua, aunque en él, por su anemia incurable, no llega sino a febricula, calentura de pollo, decía su abuela, la materna. Quiere la novedad, la más antigua, la olvidada, tiene febrícula del oro.

viernes, 8 de abril de 2016

Imperativo existencial

Cosas que no existen, pero cuya simple posibilidad les da efecto (es decir, vir-tud). Considerar su posibilidad les otorga fuerza de realidad. Dios, el eterno retorno, el alma. Incluso los espectros, la suerte, la maldición, el halago, el insulto. ¿Será que acaso muchas de esas cosas que consideramos reales toman su realidad de nuestra convicción y no de ellas mismas? Una impecable des-consideración implicaría vivir el mundo como era no antes de la palabra, sino de sus relaciones, es decir, de la sintaxis (ahora considero si la sintaxis no es quizás anterior a las palabras y si hay una retórica arcaica, producto de intuiciones pre-humanas). Las cosas son las opiniones que tenemos sobre ellas, las buenas o malas, las vehementes y las circunspectas. La opinión es la manera en que las relacionamos, entre ellas o con nosotros. Agua des-opinada, noche des-opinada, zapatos des-opinados. La realidad anterior al mundo.

lunes, 4 de abril de 2016

El gran vidrio

La metáfora es la mudanza, la analogía, la extrapolación. La posibilidad de aplicar al plomo los caracteres del oro. Hay algo que impide la mudanza. El gran vidrio es eso que impide la transmutación. ¿Transmutación de qué? de la conciencia, de la imagen de sí, del rumbo de la vida. El gran vidrio es el cristal contra el que nos rompemos la cabeza de mosca. El gran vidrio son las fuerzas del cerco. La conciencia es un cerco, siempre es un cerco: lo que podemos concebir que somos.  Es un cristal porque es invisible, y es todopoderoso porque no lo podemos atravesar a cabezazos. Es que no lo vemos. Insistimos a pesar de los mil y un golpes. De los mil y un chichones. De tanto quebradero de cabeza. ¿Cuál es mi gran vidrio? Todos estos días me ronda la pregunta en la cabeza.

sábado, 2 de abril de 2016

Empezando por Dios

Imagínate que definitivamente existe Dios. Imaginate que definitivamente inexiste. ¿Cómo sería tu vida? Sabes que no sería igual a la de ahora. Sabes que no vives de un modo ni de otro, que andas ahí, en un punto impreciso -imprecisable- entre uno y otro extremo. ¿Cambiaría el rumbo de tu vida si abandonaras la indeterminación? Cambiaría. Pero piensas que cualquiera de los dos caminos conducen a cierto precipicio, a cierta catástrofe que no estás dispuesto a asumir. Que no asumirás.